domingo, 3 de noviembre de 2013

A través de sus catrinas, en Naolinco, vivos y muertos se encuentran

* Hace unos 18 años que se hicieron por primera vez en esta ciudad las ahora tradicionales catrinas
* Las figuras tradicionalmente se elaboran con un armazón de hierro y papel crepé
Los muertos han regresado del otro mundo para encontrarse con los vivos, por unos días, en Naolinco. Se les puede ver haciendo malabarismos, con el médico, preparando antojitos, en una pelea de gallos, descansando después de un largo día, en la tradicional Cantada frente a un altar, homenajeando los muertos y hasta bailado en un tubo en una casa de citas.
Pueden aparecer en cualquier esquina, porque durante estas festividades del Día de Muertos, los parques, calles, casas, escuelas y negocios se adornan con catrinas representando diferentes escenas de la vida diaria o de la antigüedad.
Pero ésta, a diferencia de los altares de origen prehispánico, es una tradición relativamente reciente en esta ciudad. Hace unos 18 años el relojero Héctor Alejandro Murrieta Ortiz comenzó, junto con un grupo de amigos, a representar estampas con estas creaciones plásticas y todavía sigue haciéndolo.
Recordó cómo el presidente municipal les pidió hacer algo más que los típicos altares, y entre todos decidieron crear con armazones de hierro y papel crepé estas figuras en forma de esqueleto, pero vestidas como los seres humanos vivos.
“El secreto estaba en que cuidábamos mucho los detalles, no era sólo la figura”, comenta orgulloso al hacer una comparación con las escenas actuales. Entre todos aportaban algún detalle que le diese realismo al cuadro: La alfombra de su madre, la lámpara de la casa de un amigo y una foto vieja que había en la casa en la que se realizaba la exposición.
A través de sus catrinas, en Naolinco, vivos y muertos se encuentran
Uno de los cuadros que recuerda con más cariño don Héctor es el que realizaron en honor a María Félix y Agustín Lara. “Tenía todos los detalles y hasta se le construyó un piano con teclas de unicel. “A todo el mundo le encantó ¡Ojalá la hubiesen visto!”.
Cada año, las escenas eran diferentes y muy grandes, se hacían en casas particulares y la gente entraba a verlas, como sucede con los altares de muertos. De esta forma, se empezó a construir una tradición que cada año atrae a miles de personas a Naolinco.
Hoy día, los visitantes pueden disfrutar de las diversas exposiciones de catrinas como la de la calle Reforma, la del restaurante Pilatos o la de Casa de la Cultura, que reúne 20 catrinas, además de las que forman parte de las escenas.
Ahora se hacen con papel maché para su venta y algunas se visten con ropa de verdad, para darles más realismo, pero los vecinos y visitantes de este pueblo enclavado en las montañas de Veracruz siguen disfrutando esta tradición viva.
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