martes, 20 de noviembre de 2012

Leyenda De La Edificación De La Pirámide De Castillo de Teayo


        En los albores del año de 1,080, antes de la reunión de mayahuel  en el imperio huastecano de Cuextlán, bajo el dominio del rey Cuextécatl, llegó hasta esta ciudad un caminante extranjero de aspecto noble y cordial, luciendo un atuendo casi extraño como si fuese un noble Tolteca o maya.
       Su llegada causó gran expectación entre los lugareños, que de inmediato comenzaron a murmurar, que si era algún emisario de otro rey  o si podría ser brujo o guerrero de otra tribu enemiga.
      El rey Cuextécatl para apaciguar ciertas murmuraciones, ordenó que lo tomaran como esclavo y que fuera obligado a realizar trabajos forzados de sol a sol, orden que el forastero acepto sin oponer resistencia alguna, aunque de aspecto serio conocía muy bien la lengua náhuatl pues era bien entendido.
      Al transcurrir del tiempo los aldeanos se acostumbraron a convivir con él por varios días, hasta que un lugareño descubrió que este se ausentaba por las noches y  regresaba por las mañanas.
      Presto fue a comunicarle al rey Cuextécatl lo sucedido, quien ordenó de inmediato que lo espiaran por las noches, desde que saliera de la aldea hasta localizar su destino.
      Por la noche el forastero salió de la aldea por el rumbo de Xicoatl, sin saber que lo estaban espiando, más sin embargo y para asombro de los aldeanos, que lo siguieron a distancia prudente pero convertido en armadillo se les escabullía, ya que tomaba una velocidad enorme, casi comparada con el viento, pues sus pies no tocaban la tierra perdiéndose en la penumbra de la noche y el bosque.
       Regresaron a darle la noticia al rey Cuextécatl, ordenando este que se prepararan con comida y agua para varios días y así seguirlo todas las noches por medio de relevos, hasta que lograran alcanzarlo.
      Después de casi cuarenta noches de espionaje llegaron a un lugar solitario llamado Tlaxapotla (tierra abierta) como a cuatro leguas de Xicóatl (mujer serpiente) donde  el forastero iluminado por una  luz resplandeciente caída del cielo casi divina, ya había amontonado gran cantidad de tierra en forma de cerro con un soplo, que después levantaba enormes y pesadas lapidas de piedra como si fuesen de papel, las cuales acomodaba en forma circular, como si construyera una pirámide o algún palacio.
      Así siguió la vida de este hombre que por el día trabajaba incansablemente y por las noches deambulaba en las montañas, hasta que una noche ya casi al amanecer terminó de construir la pirámide, subió a la cima y levanto sus manos abiertas hacia el cielo como agradeciéndole a su dios, y convertido en armadillo se elevo perdiéndose con la luz que lo iluminaba en el cielo, sin saberse nada jamás de él hasta nuestros días.
            A este personaje se le relaciona con Tetl ayotochtli (armadillo de piedra), propio del municipio de Castillo de Teayo.
           En los Lienzos de Tuxpan (Una serie de mapas nativos encontrados en Tihuatlán), este lugar aparece representado con el glifo de Teayotlán.
           De acuerdo con una versión, su nombre proviene, etimológicamente, del vocablo de la lengua náhuatl tetl-piedra, ayotochtli-armadillo y tlán-al pie o junto dé, o sea que Teayotlán  significa "armadillo junto o al pie de las piedras".

Cuextécatl volvió a la vida - José Reyes Nolasco



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