Tlacotalpan, cuna de asentamientos prehispánicos, isla de pescadores, del náhuatl que significa “mitad tierra y mitad agua”, cuidad de cultura y tradiciones, fue fundada por los españoles en 1519 a la llegada de Pedro de Alvarado, cuenta Álvaro Zarrabal Caldelas, cronista de la ciudad.
De Alvarado fundó la ciudad en un pequeño montículo en donde se adoraba a la diosa Chalchiuhtlicue, que en náhuatl significa piedra preciosa-falda, la de la falda de piedras preciosas es la diosa de los lagos y corrientes de agua, a quien cada año los habitantes sumergían en las aguas del río para que bendijera la pesca, contó.
Narró que La Virgen de la Candelaria llegó desde España junto con la Virgen de la Concepción en Cosamaloapan y la del Rosario que tiene su santuario en Alvarado. A mediados del siglo XIV se construyó su santuario en el corazón de la ciudad, caracterizado por tener dos iglesias en el primer cuadro de la ciudad teniendo en cuenta el de San Cristóbal, primer patrono de esta ciudad, herencia de los conquistadores españoles.
“Pedro de Alvarado también fundó la ciudad y puerto que lleva su nombre, el cual fue por mucho tiempo un puerto de altura, sin embargo, la piratería hizo que los pobladores se desplazaran hacia la isla de Tlacotalpan, así llegó a progresar como puerto de cabotaje y más tarde se convirtió en puerto de altura”.
En virtud de esto, Tlacotalpan experimentó prosperidad económica y con ello se estableció una numerosa población española, para el siglo XVII 90 por ciento de la población era de origen europeo.
En este tiempo se dio un sincretismo cultural y social que influyó en las tradiciones y arquitectura, con arcos de medio punto, estructuras tipo grecorromanas y portales de tipo español que le dan a Tlacotalpan una belleza incomparable. La economía se generaba a través del puerto, la pesca y las haciendas como El Zapotal y La Estanzuela.
Con la construcción de carreteras y vías de comunicación terrestres, el arribo pluvial a Tlacotalpan se vino a menos, lo que frenó la prosperidad económica desmejorando las construcciones y el estilo colonial. Situación que también trajo como consecuencia la emigración de familias, quedando Tlacotalpan en el abandono, y no fue hasta hace un par de décadas cuando se reconstruye la ciudad.
La Unesco retomó todas estas características para otorgarle el 2 de diciembre de 1998 el nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
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